Un deseo para los Reyes Magos: educación de calidad
diciembre 21, 2023 Un deseo para los Reyes Magos: educación de calidad Un deseo para los Reyes Magos: educación de calidad Los participantes y familiares de Adisli tenemos un deseo que pedirles a los Reyes Magos de Oriente: las familias y personas con discapacidad intelectual queremos una educación de calidad al margen de las etiquetas especial o inclusiva. Queremos una educación con los apoyos que necesiten nuestros hijos e hijas para lograr el máximo de sus capacidades. El apellido, especial o inclusiva, siempre estará unido al lugar donde se puedan prestar los apoyos que necesiten. Difícilmente unos padres querrán que su hija o hijo esté en un espacio donde no sean atendidas sus necesidades, donde no aprenda o donde no sea aceptado. Sabemos que el entorno educativo no solo facilita el aprendizaje, sino que también es el primer espacio social, el lugar donde se adquieren las habilidades sociales imprescindibles para saber relacionarse en el futuro. Mantener un buen equilibrio entre lo que se aprende académicamente y cómo relacionarse socialmente es fundamental para aumentar la autoestima de nuestros hijos y poder dar lo mejor de sí mismos. Si alguno de los entornos falla, el social o el académico, afectará indudablemente a sus capacidades y, lo que es peor, sabemos que una vivencia escolar traumática afecta y condiciona nuestra vida adulta. Superar académica y socialmente la etapa escolar se convierte en un camino de obstáculos cada vez más complejo y en algunos casos insalvable para las personas con inteligencia límite o discapacidad intelectual ligera. Sus padres nos damos cuenta de que la educación es una herramienta imprescindible para que, en su vida adulta, disminuyan las necesidades de apoyo y los lazos de dependencia se conviertan tan sólo en meros apoyos puntuales. Por ello, nuestra decisión de colegio ordinario o especial viene definido por la capacidad de adaptación que tenga el colegio inicialmente seleccionado. Pero lo cierto es que nosotros no elegimos… Según los datos recopilados entre las familias de Adisli, el 55% de los participantes estudia en centros de educación especial. Este dato evidencia que algo no se está haciendo bien en el sistema educativo cuando las personas con discapacidad intelectual con un mejor funcionamiento cognitivo (personas con discapacidad intelectual ligera o inteligencia límite) cursan en la modalidad de educación especial. En el momento en que se etiqueta a la persona como “diferente” se nos invita a irnos, ya sea por los responsables del colegio o por el acoso escolar en el aula. Y es aquí donde empieza la odisea para los niños y niñas y sus familias… ¿Qué es mejor? ¿Seguir en el centro ordinario, con mucho esfuerzo y en soledad, o cambiar al especial, donde bajan las expectativas académicas, pero a nivel emocional nuestros hijos están protegidos? Nadie tiene la respuesta adecuada. La mayoría de las personas participantes de Adisli ha cambiado de colegio varias veces. El 30% de ellos ha tenido que cambiarse 4 o más veces de centro. Ordinaria o especial: educación de calidad A día de hoy, en la educación ordinaria nos encontramos en la mayoría de los casos con un sistema educativo incompatible con la educación inclusiva real: El profesorado no tiene conocimientos de cómo detectar los casos en el aula y son pocos los profesionales que están formados en pedagogías adecuadas (por ejemplo, en accesibilidad) para enseñar a personas con dificultades cognitivas. Las exigencias académicas les hacen esforzarse hasta la extenuación con poca recompensa. Las adaptaciones curriculares no son tales y, además, impiden acceder a la titulación.El 70% de las familias de Adisli informan de que en el colegio no les facilitan material en lectura fácil. No se tiene como referente de evaluación las propias capacidades y posibilidades de aprendizaje del alumnado con discapacidad. Se determina su titulación de acuerdo con los criterios fijados con carácter ordinario para el grupo. Se toma como referente el grupo-clase cuando debería personalizarse. La socialización del alumnado con “el diferente” es excluyente y con serios problemas de acoso escolar. En la mayoría de los casos se ven forzados a abandonar el centro ordinario por presiones o por sufrimiento emocional.La mayoría de las familias de Adisli denuncia la falta de apoyo de los centros para solucionar las dificultades de relación con los compañeros. Son muchos los centros que se cuelgan el cartel de “educación inclusiva” sin serlo. Estos centros admiten la diversidad en el aula, pero sin atenderla: nuestros hijos se encuentran segregados y en muchos casos abandonados a su suerte. Otros centros, la mayoría privados, con un coste económico elevado, permiten a las personas con discapacidad obtener un título que luego será casi imprescindible para acceder al mundo laboral. Tampoco está garantizando el derecho a la educación para las personas con discapacidad en todos los niveles en la educación. A medida que aumenta el nivel educativo también lo hacen las dificultades, en muchos casos insalvables. Los centros de FP, salida más ajustada a las posibilidades académicas de las personas con inteligencia límite o discapacidad intelectual ligera, no cuentan con respaldo de la Administración al no existir desarrollo específico de las leyes generales cuyos artículos discurren por la vía inclusiva.De forma contradictoria dicen garantizar el acceso, permanencia y progresión de este alumnado en el sistema educativo, pero no contemplan la dotación de recursos personales ni adaptaciones argumentando que se trata de centros de enseñanza postobligatoria. En la educación especial, la formación está adaptada para personas con mayores dificultades de aprendizaje: En muchas ocasiones se les exige a las personas con inteligencia límite o discapacidad intelectual ligera un rendimiento por debajo de sus posibilidades. Muchos se encuentran más cómodos, los centros son más amigables y se encuentran aceptados. En otros casos no se identifican con el entorno y consideran que no es su sitio, pero se ven abocados a quedarse. Muchas de las personas con discapacidad intelectual ligera e inteligencia límite encuentran, en los espacios de educación especial, pocas oportunidades, referencias y experiencias para poder adquirir habilidades sociales necesarias para su funcionamiento en sociedad. Las personas con inteligencia límite, en tierra de nadie En definitiva: la realidad es que las familias y las personas con discapacidad intelectual ligera e inteligencia límite nos encontramos en “tierra de nadie”. Desde aquí, y poniendo por delante que ninguna persona