Las relaciones sociales son complicadas, en ellas se mezclan un sinfín de emociones que tenemos que gestionar: amor, enfado, agradabilidad, felicidad, tristeza… Son necesarias para nuestro desarrollo personal; pero a veces esa necesidad de tener amigos o pareja, nos hace correr riesgos.

En el servicio de psicología aprendemos de manera individual a valorar dichas situaciones;

a saber: “que un desconocido, aunque me haga sentir bien, no es una persona cercana a mí”  o, a “distinguir las cosas que tengo que tener para que una persona sea profunda o superficial en mi vida”.

 

Es importante trabajar con una metodología visual, en diferentes contextos donde podamos identificar estas situaciones y aplicarlas a nuestra realidad.